sábado, 30 de mayo de 2009

Cierto tipo de azul

Miles Davis fue un grande pintando colores sonoros que no conocíamos antes. Recuerdo mucho la escena de un documental sobre Marlon Brando en la que Johnny Deep compara a Picasso, Miles Davis y Brando; cada uno en lo suyo reinventó las reglas de su oficio. Como ejemplo del proceso creativo de Davis voy a retomar una anécdota contada por otra voz, la historia hace referencia al momento de grabación del álbum Kind of Blue.

Kind of Blue: numero de referencia 1355 del sello Columbia. Posiblemente los solos más rigurosos y a la vez más imaginativos de toda la carrera del trompetista Miles Davis. Un álbum que se planeo como un ejercicio de espontaneidad, según contaba el pianista Bill Evans, a la manera de esas pinturas japonesas hechas con un solo trazo firme, en donde es imposible borrar o reteñir. Unas horas antes de entrar al estudio de grabación Davis fue al apartamento de Evans y allí trazaron un bosquejo de lo que iban a tocar. No compusieron nada, porque en realidad lo único que escribieron fue alguna indicación escueta para los instrumentos. La verdadera composición habría de darse en el momento mismo de la grabación. Antes de empezar a tocar, los músicos harían conciencia de que su interpretación debía concentrarse en una sola escala,
explorar todos los sonidos y combinaciones de sonidos posibles dentro de la escala.
Sobre la marcha y sin corregir, como en la pintura japonesa. ¿Cómo no escalofriarse cuando va oyendo uno las entradas de los músicos, uno a uno, perfectamente cuidadosos pero sin perder un apice de espontaneidad? Kind of Blue es la demostración en disco de que la libertad absoluta se encuentra justamente dentro de las reglas, que el infinito está más cerca de lo que pensamos. (…) Todo el mundo repite que si el jazz es una religión, Kind of Blue es la Biblia.


Fragmento tomado de La nostalgia del melómano de Juan Carlos Garay

1 comentario: